sábado, 31 de diciembre de 2011

UN CHEF DE FOGONES

Estas navidades fui invitada por el ayuntamiento de la ciudad en la que vivo a una comida, junto con los compañeros de prensa, para celebrar las fiestas. 
Al igual que en otras ocasiones, mi intención era "picar" algo antes de salir de casa para luego, en el restaurante, tomarme simplemente una ensalada.

Pero este año, el restaurante no era tal, sino un Centro de Desarrollo Turístico, dependiente de la Administración Autonómica Valenciana, y donde se forman grandes profesionales en materia turística.
Serían los alumnos de cocina y repostería los que iban a preparar platos deliciosos, como habían hecho otras tantas veces, y de los que yo disfruté cuando ni era cruda, ni vegana. Ni siquiera vegetariana.

Yo ya había avisado de que era crudivegana y me dijeron que no había ningún problema. Que sabían perfectamente qué comía un crudivegano.
Incluso el mismo día me llamó el director del centro y me insistió para que fuera a la comida porque me iban a preparar algo "delicioso". ¿Y crudo? dije yo incrédula.

Dudaba mucho de que pudiera comer algo "delicioso", siendo crudo, pero confié en el buen hacer del CDT. Además, sé que allí han hecho cursos para cocineros profesionales sobre comida macrobiótica y vegana, por tanto, aquello iba en serio. Podía confiar, y estaba totalmente entusiasmada. Iba a comer algo crudo diferente a una ensalada!!! Y no es que no me gusten las ensaladas!, pero con tantas expectativas...

Y allá que fui. Me senté a la mesa y empezaron a sacar platos y platos para todos los comensales. Todos cocinados y con productos de origen animal. Y para mi, nada.

Pregunté y me dijeron que me sacaban mi ensalada enseguida. ENSALADA?????? 
Bueno, seguro que era una ensalada deliciosa, pensé yo.
Pero me quedé de piedra cuando me sacaron un plato con dos hojas de lechuga, y cinco tomates (dos de ellos, por cierto, un poco tocados). Ni un aliño especial ni un ingrediente sorprendente. Nada de nada.



Estaba muerta de hambre y dado que la imaginación había brillado por su ausencia, y además, no había nada más para mi, pedí unos champiñones crudos, con un poco de limón y aceite. "Lo siento pero no tenemos", me contestaron.
Me resigné.

Entonces me sacaron un plato con fruta. Si al menos hubiera sido piña o manzana, que se puede tomar después de comer.... pero me sacaron melón, naranja y plátano. ¡¡¡¡Una bomba!!!!! Lo siento, pero no comí nada. Nunca como fruta después de comer y además, el melón y el plátano no lo mezclo nunca con nada porque puedo reventar!!!
Al menos me pusieron una flor de lavanda... algo es algo.



Seguía muerta de hambre... Y entonces sacaron unos discos de chocolate negro, con leche y blanco.  Y finalmente nos obsequiaron con una galleta con el escudo de la ciudad y el logo de los CDT de la Comunitat. 





Cuando acabó la comida hablé con el director del centro y le pregunté dónde estaba mi "deliciosa" comida, porque a mi no me había llegado nada delicioso. Me dijo que cuando el cocinero se enteró de que sólo comía crudo.... bueno, no voy a poner aquí lo que dijo.
Supongo que sobran las palabras si veis lo que me pusieron para comer.

Esta situación me hace pensar en el camino tan largo que nos queda por recorrer, a los crudiveganos, claro. Cómo el hecho de comer de forma sencilla, con elementos básicos y sin cocción cuesta tanto de entender en nuestra sociedad. 
Y me pregunto por qué no se alecciona a los cocineros en la materia. ¿Acaso no es igual de deliciosa la comida cruda que la cocinada? Bueno, para mi, ahora, la alimentación cruda supera a cualquier plato cocinado entre fogones.
¿Y qué hay de los chefs? ¿O de las escuelas que preparan a los futuros chefs? ¿Creéis que el cocinero tenía tan poca imaginación que pensó que sólo se puede comer crudo una lechuga y un tomate? ¿No os parece muy triste?

Lo único que saqué positivo de aquella comida es que el director del CDT me prometió que en 2012 iba a organizar un taller de comida cruda para cocineros profesionales, y para ello, me invitó a dar alguna charla. También a Antonio Ortega, que trabaja para crear la Asociación de Crudiveganos de España. Algo es algo, no? 

1 comentario:

  1. La verdad es que es bastante vergonzoso que cuando vas a un restaurante lo único que te puedas llevar a la boca sea una ensalada.
    Estoy contigo que se podrian formar muchos más chef, o dar la oportunidad, en cocina crudivegana.
    A mi muchas veces, por no decir casi siempre me da mucho "palo" salir a comer fuera por el mismo hecho.
    Me gusta tu blog.
    Bexitos

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