miércoles, 12 de octubre de 2011

ACERCA DE MI

Hace sólo unos meses (junio 2011) decidí ser crudivegana. Rawvegan. Fue una decisión muy acertada.
En los últimos años mi cuerpo ha estado sirviendo a la "ciencia" de la alimentación. Experimenté con mi propio cuerpo las diferentes dietas que son respetuosas con los animales. Pasé del vegetarianismo a la macrobiótica y luego al veganismo. Finalmente, al crudiveganismo.
En principio fue una decisión "de prueba", como lo habían sido con anterioridad mis otras "dietas".

Pero con el crudiveganismo encontré la horma de mi zapato. ¿Por qué? Porque se solucionaron los problemas estomacales que padecía desde hacía años (gastritis crónica) y porque nunca me he encontrado mejor que siendo crudivegana.
He sido "raw" casi al 100% desde el momento en que tomé la decisión. Lo único que comí durante unos meses, que no es crudo, eran copos de avena enteros que remojaba en agua. Pero desde que hice 5 días detox (en noviembre de 2011), ya no he vuelto a comer avena.


Comer cocinado ni me apetece, ni me lo pide el cuerpo. Hay personas que aseguran "tener tentaciones" con la comida cocinada. Yo no he tenido esas tentaciones. Supongo que tengo suerte! 

Muchos se pasan al crudo por cuestiones de salud o porque quieren perder peso. Yo no he perdido ni un gramo. Tampoco he engordado, pero considero que mi calidad de vida ha mejorado.

No sólo me encuentro bien. Me siento radiante, feliz y con energía. Puede que no todo sea a causa de la dieta raw, pero estoy convencida de que una buena salud influye en muchos aspectos de la vida.

Tras unos meses siendo crudivegana, la prueba de fuego estaba cerca, muy cerca: un viaje por Vietnam, Camboya y Tailandia.
Pensaba que quizá en un viaje, donde uno siempre acaba por comer más de la cuenta, caería en "tentaciones". Pero no fue así. Seguí fiel a no comer animales y tampoco comer cocinado. Sólo en tres ocasiones comí arroz frito con verduras. Podía haber ayunado, pero la jornada era intensa y, o comía eso, o no comía nada.

El resto del viaje... fruta, mucha fruta, batidos, ensaladas y más fruta. Además, dado que me estaba vacunando contra la malaria, decidí introducir algo de "cocinado" y de vez en cuando comí arroz hervido o fresh spring rolls, que son rollitos de primavera, pero crudos, rellenos de verdura cruda y envueltos en papel de arroz, que se vende seco y se moja unos segundos en agua fría para poder moldear los rollitos.

La experiencia ha sido muy gratificante, especialmente por comer tanta fruta, tan variada, y tan diferente a lo que estaba acostumbrada en España. El durian ha tenido un papel muy importante en este viaje. Nunca antes lo había probado, y me ha encantado.


Por cierto, quiero agradecer a Juan Sanjuán su colaboración  porque algunas de las fotos que aparecen en este blog son de él. Las de mala calidad, y por ello, os pido perdón, son las que he subido yo desde mi móvil.























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